El filósofo y crítico alemán, Walter Benjamin, planteaba con insistencia que: "ël narrador es el ser humano que da un consejo a quien lo escucha, y ese consejo no es tanto una respuesta a una interrogante, sino una propuesta ligada a la secuencia de una historia que se narra".
En el libro El abrazo póstumo, la "ópera prima" de la educadora y escritora puertorriqueña Fannie Ramos Vélez, las historias y las imágenes fluyen de manera ágil, límpida y coherente -dentro de una hechura clásica- en su forma y contenido. Desde su primer cuento, la autora logra establecer con el lector una complejidad hermanada con la ficción. En esta propuesta literaria, nos topamos con una redacción enjundiosa, verosímil y equilibrada que provoca asombro y reflexión. Los conflictos en estos treinta y ocho cuentos cortos y microcuentos claroscuros, parecen vivir en su particular mundo interior y que la avezada narradora apenas nos permite vislumbrar. Con esto -y nos hace compartir- un terreno fértil para la meditación. A mi forma de ver las cosas, Ramos Vélez descubrió que la brevedad es, al decir del ensayista y poeta místico boricua, Ángel Darío Carrero Morales, la aprehensión de la totalidad.
Una mirada con detenimiento e interés a los códigos contemplados en El abrazo póstumo, nos dará una mayor comprensión de la literatura puertorriqueña que se produce en tiempos modernos. Y a las singulares propuestas ligadas a la secuencia de unas historias que se cuentan y se encuentran en la verdadera razón del equilibrio. En este libro podemos extraer, en su brevedad, lecciones importantes.