Este libro está roto. Esto no es igual a decir que es un texto fragmentado, aunque lo sea. Cotidiano y Clemencia/Cartas de Agustín Nochero sufre de, al menos, tres rupturas insalvables: la genealógica, la del lenguaje—tiempo y la epistolar—amorosa. O dicho de otro modo: este libro es un corazón lleno de agujeritos por los que se escapa la sangre, la palabra, el tiempo, eso que hace a un corazón corazón y no un zapato, una rueda o un camarón. Entregada a su lectura no logro escapar la sensación de que, con cada página, el trazo de la lógica es aún más vago. Este texto es incoherente, inverosímil a propósito, y aquí la mayor de sus genialidades: «[n]unca nada de lo acontecido podría ser verdad. Sólo la disposición de negarlo es verdadera.» No obstante, heme aquí acunando un puercoespín, haciendo un muñequito de migajas, lamiendo la boca de mis perros, partiendo el pan, maquillando mi cadáver.
-Ariadna Godreau Aubert