Esta versión teatral resalta por lo amena, y en especial por la magia creada de principio a fin, por un lenguaje musical y dinámico. Quién sabe si sea la más recordada de mis obras, ya que en uno de sus cuadros se canta La Borinqueña; una nueva versión que se suma a las otras que existen, pero está más afín con nuestros tiempos, cuya letra brota de un mismo corazón: el corazón de todos los hijos e hijas de Borinquen.