Puede ser que los amores de Lloréns y Julia, carnales y platónicos a un tiempo, no hayan trascendido a sus biografías por algún prurito protector de escándalos. Pero estos nuevos documentos y la confirmación misma de una relación poética en la que se confrontaron ideologías, generaciones y estéticas que fueron las fronteras de dos mundos literarios opuestos y separados por la violencia nacionalista y la decadencia del modernismo, se convierten en un manjar neo-rromántico que solo el teatro y el conflicto pueden degustar.