Lejos del aliento mesiánico, anclada en lo real, alimentada por la imaginación y el cálculo, por los escrúpulos de la inteligencia y la duda, la pluma de Ana Teresa Toro enuncia, sobre todo, la necesaria transparencia. El suyo es el lenguaje de una obstinada humanidad que convoca una íntima memoria compartida: el empeño de nombrar sin recurrir a la elipsis o el eufemismo.
Manolo Núñez Negrón