Quizás todos los esfuerzos convergen en la necesidad de seguir siendo mientras sea posible. Así, el sujeto científico se distancia de la palabra y la contrasta con la experiencia para darle estabilidad aproximándola al ideal de verdad objetiva. ¿Qué hace, por otro lado, el sujeto artístico para que la ventisca no difumine sus esfuerzos comunicativos ni la firma que les coloca? En Las palabras versus el viento Quintín Rivera Toro explora la estabilidad del concepto como ya lo ha hecho con la madera, la pintura y la sucesión de fotografías. Sin embargo, no se conforma con la práctica y el perfeccionamiento paulatino de lo que podríamos llamar sinceridad subjetiva para desarrollar la persistencia expresiva, sino que pule sus letras hasta la más ínfima rebaba de significación con el fin de proyectar escalas multidimensionales de apreciación de la cultura, el arte y su propia vida. De tal modo, este libro tiene un nuevo comienzo en manos de cada lector, non en una dimensión simbólica o meramente interpretativa, sino que, en flagrante fomento de la herejía, admite notas, tachaduras, derivaciones y prácticas orientadas a fortalecer la vida de la palabra desapropiada del autor, deconstruida, reapropiada por el lector y reconstruida. Pongamos, pues, ojos a la obra.