En la medida en que vamos profundizando en la capacidad de deslumbramiento que tienen muchas de las situaciones en nuestro entorno, podemos advertir con mayor claridad que no hace falta un desplazamiento físico de un lugar a otro para experimentar ciertos exilios o desconexiones que tienen su punto de partida en las respuestas que ofrecemos desde nuestro asentamiento ético, intelectual y espiritual. ¿Cuántos principios de convivencia, de honradez intelectual, de apego a lo justo y verdadero, han optado por desplazarse a la provincia apartada, al lugar en algún rincón de la persona donde son bienvenidas toda clase de justificaciones y validaciones acomodadas al bienestar personal? La seducción no necesita espacio necesariamente fuera de nosotros y nosotras para arrullarnos y darle docilidad a nuestra voluntad. Ella puede construir la provincia apartada en nuestro propio universo interior.