En Puerto Rico, como en muchas otras partes del mundo, la Universidad está en un proceso de búsqueda de nuevas identidades, de nuevos papeles, de nuevas funciones, de un nuevo paradigma universitario. Sería muy lamentable que el resultado fuera la imposición de modelos de funcionamiento basados en un modelo de desarrollo económico de corte claramente neoliberal. Es decir, que se nos impusiera, como parece desprenderse de los planes estratégicos, no sólo una agenda instrumental sino también, una cultura corporativa. Si esto ocurre la Universidad dejaría de ser patrimonio de la sociedad para convertirse en instrumento al servicio de los sectores empresariales.