«Muñoz y mi papá fueron líderes únicos. Ambos tuvieron un don que solo he visto en ellos: la capacidad de meterse en el espíritu del pueblo. No se trataba únicamente de que había que ayudarlo; había que llegar más allá... se trataba de conocer a la gente, sus hábitos, sus comidas, su música, su forma de hablar, su naturaleza.
Muñoz se despojó de la gran ciudad y penetró en la naturaleza del jíbaro, igual que Rómulo, le llegaba a la gente más humilde. Ambos hicieron su gran inversión en la gente; en la superación de su población»
Virginia Betancourt.