¿Qué decir, en términos de los "géneros híbridos", de una poética como la de Yván Silen; cuatro décadas librescas, más de veinte libros silenistas? Como poco, esto: que la tensión más dramática del silenismo -¿el ojo de la tormenta?- se da entre la poesía y la crítica. ¿La crítica literaria? Sí, la misma que, desde los años 70, como en El pájaro loco (1972), el silenismo ataca de frente: "este poema está prohibido en Puerto Rico." No entiendo, dice el lector hipotético. ¿El silenismo ataca la crítica literaira a la vez que, desde uno de sus ejes, se constituye en crítica literaria? Paradojal, por supuesto, como la propia poesía, inscrita en el espacio feroz de la paradoja: "el No-Ser es." Espacio emblemático de lo "siamés." Las dos caras de los "hermafrodita." El sí y el no juntos, bajo el absoluto poético, para que la poesía "corrija" por una lado la teoría que, desde el estructuralismo, intenta desplazar del conocimiento a la poesía, como plantea Silén en el prólogo de Los paraguas amarillos (1983). Y por el otro, para que la poesía, como un saldo de cuentas con Platón, "eleve" la filosofía a las cimas de la Poesía, según reitera La poesía piensa o la alegoría del nihilismo (2010).