Más que acumular imprecisiones en un anecdotario, procuro apuntar a la desproporción entre lo poco que se sabe de la vida y obra de Burgos, y el lugar fijo que ocupa en el imaginario popular puertorriqueño. Las conversaciones con Consuelo sin duda desestabilizarán un poco esas coordenadas invariables que marcan todo lo tocante a la poeta. Podría decirse, como de la poesía, que cada carta dice mucho más de lo que dice, que cada frase o cada anécdota no vale por lo que denota sino por sus ecos, sus resonancias. Y es que este no es un texto de cierre. Lejos de suturar el sentido de una época o de una circunstancia determinada, las cartas de Julia de Burgos a su hermana Consuelo abren surcos, siembran vacíos que invitan al lector a agregar, especular e investigar aquello que sin decirse se dice.