Vamos dejando un rastro de los pasos andados cuando hacemos lo que sea que hagamos. Cuando tenemos experiencias del más diverso tipo. Quizá porque la razón de la experiencia para los seres humanos deba ser, después de todo eso, edificar. Lo que no forja, en definitiva, en la evidencia tangible de que he estado presente en éste, nuestro mundo. Eso pudiera llevarnos a pensar que quien no hace no ha pasado por aquí, que quedara constancia de nuestra existencia solo en medida en que seamos capases de hacer de cuenta cosa podamos, con nuestras manos y nuestro espíritu, que en algún momento después podremos mostrar los que hemos levantado, es decir, el fruto de nuestras vidas.