Con una voz poética distante, Trashumante es la memoria del libro que se escribe en la no certeza, en la duda, en el qué quizás, y donde el aprendizaje se alcanza a través de la espera de un futuro que sólo registra el agua, elemento primordial e íntimo del poemario.
La poesía de Carmen Valle tiene predilección por enigmáticas sinestesias como la despiadada memoria, el verde silencio, y por los juegos de las palabras ingeniosos recuerdan la inventiva de Sor Juana Inés de la Cruz: que es poco el poco lejos/ que el poco lejos es cárcel. Pero también, con filosofía y no sólo ingenio, leemos en el magnífico poema Hoy, sobre el caos y la inutilidad, que el fin de todo es descubrir lo que nunca estuvo oculto/ y dejar de ocultar lo que no cambia.
Para la autora cerrar los ojos, no ver, equivale a no existir. Si el universo existe es porque lo vemos, afirman quienes creen en la mirada, esa mirada es poesía y música del universo.
En la sombra de los flamboyanes o en el vuelo de las garzas, como en el oso polar o en el zorro y la mariposa azul, nos damos cuenta de que la vida no es un espejismo. Trashumante describe la historia como un camino solitario, el que señalan estos bellos e intensos poemas.