Salvando hormigas nos ofrece un cuerpo de poemas desnudos, tendidos sobre las páginas por deseo y convicción, buscando despojarse de los velos, los adornos, de ese empañado vidrio que una misma se permite, con prisa, usar de espejo. Kamila Rubero escribe por la ternura, que a veces es nostalgia, tristeza, o ese habitar el precipicio extrañando las rutinas de los días que ya no existen. Luego del despojo, ¿qué hacer con los pedazos? Olvidar el reloj, la prisa, reflexionar sobre la importancia del amor como resguardo y esperar, bajo la lluvia, el inevitable beso de la hormiga. - Amanda Hernández