La memoria humana ha sido siempre selectiva. Guarda aquello que el recuerdo valora. En el caso de la prosa, se manifiesta en el relato de sucesos, en la descripción de momentos inolvidables para el que escribe. En el caso de la poesía, esos momentos del pasado quedan plasmados en imágenes verbales que apuntan hacia lo profundo del espíritu. Los árboles y yo es un texto híbrido que, al recordar experiencias vitales del autor, José Juan Báez Fumero, de mano de los árboles, del mundo natural, vale también, como memoria personal. Paralelo al relato descriptivo verbal de experiencias vivenciales inolvidables, se insertan poemas que recrean esos momentos o experiencias desde la perspectiva lírico-espiritual. Entonces, es un diálogo entre lo recordado verbalmente por la palabra y la emotividad nacida del subconsciente poético del que escribe. Allí la novedad de esta memoria poética-verbal que tiene por motivo esencial la relación del ser humano con el mundo natural.