Por pasión, no, más bien por compasión, A Puto el Postre, Editores, lanza el tercer libro de un escritor puertorriqueño que honra la denominación del don nadie, y con lujo de detalles. Libro dual de poesía que el azar editorial ha querido que no se jacte de póstumo (la vida orgánica de Arnaldo Sepúlveda no será de poeta docente en Sábado Gigante) y reunión meridianamente 'less than user-friendly' de dos aventuras amorosas que nos ubican en las ciudades de Nueva York y Eugene, Oregón, abocados al fracaso y la desintegración. Desde los años 1985 y 1993, éstas se han nutrido del arte menos puertorriqueño y querible: el no saber ir al grano, de una vez y por todas, y el saber ahogarse en un vaso de agua. A diferencia de la pedantería obtusa o del nutrirse de carencias, señas de El libro de sí, del gusto por aguas negras y lésbicas lenguas doctrinales de Autosucción, prosario reciente, en Popa y Pinguín / Son serán asistimos, sin querer queriendo, al milagro redundante de un habla que no pide perdón por lo intraducible, el espejismo del amor de dos en dos (Josefina Báez o Marilyn Grace Miller), trueques de su voto de migaja. Poesía, a decir verdad, que para flotar no ha nacido, armada del cariño que el desacato recauda, pero que no representa en su descaro o descuido táctito lo más logrado, lo más sentido, de nuestra poesía nacional puertorriqueña.