Él es un caballero andante. Lleva la lanza del amor a flor de piel, protegido con la armadura de su corazón. En su travesía, su imaginación alza el vuelo, junto a una mujer dorada que idealiza, con una figura llena de "música y poesía".
Así, cada poema de Carlos Javier Arzola Torres, está lleno de pureza e idealismo en su quehacer literario, sin complejidad retórica, como dice el propio autor, quien se considera un alma enamorada de la vida.
Sus décimas son sobresalientes, como las cataloga el poeta, Antonio Ramírez Córdova, las cuales reflejan el amor sublime de un lírico enamorado.
En estos poemas, Arzola Torres se pierde en un romántico embeleso, esperanzado en que la mujer, que teme dejarse amar, se de cuenta de que su amistad, cargada de romance, es legítima.
Conquistando de esta manera a la Dulcinea de sus sueños, como un Quijote enamorado, el autor apuesta al amor.