La poesía de Camila Charry está hecha con materiales simples: agua, fuego, aire y barro en todas sus formas, pero su materia principal es la verdad. He aquí una voz de sensibilidad genuina, nunca contaminada por la pose o la estridencia, cuya mirada, no sin espanto, busca incesantemente entender la destrucción y acaso detenerla. En sus poemas centellea la luz última de un mundo en que pugnan fuerzas contrarias: compasión y crueldad, vida y muerte, naturaleza y bestia humana de dioses equivocados, pero siempre, siempre gana la belleza. Cuando en estas meditaciones líricas Camila contempla el abismo, el abismo no la oscurece, sino que la termina iluminando.