En este singular registro de aproximación kafkiana, la ciudad se extingue como un cuerpo. Concreta un estado espiritual que hace posible otro nacimiento: el tejido cicatricial de haber sobrevivido la autodestrucción. Son versos inquietantes. Acercarse a ellos, como a los tiempos que corren, confirma la urgencia de reinventar lo humano en medio de la piel y de las cucarachas. -Marta Jazmín García