Este poemario nos salpica de dolor y túneles, de grietas y heridas, de abandonos y de ese último salto de liberación que es el grito. Acaso esa obsesión con los gatos resulta ser otro modo de ser y de salvarse. Y es que este libro tan lleno de vacíos, cenizas, despidos y epitafios nos repasa la lucidez de la memoria y cómo se salva la vida ante la muerte y los relojes encantados. Este es un texto reflexivo que se instala definitivo en la siembra de la poesía puertorriqueña e hispanoamericana del siglo XXI. –Mairym Cruz-Bernal, poeta puertorriqueña
ESE GRITO DE LA SANGRE
soy el grito de mi propia sangre
libre, renací mujer de mí misma
reescribo mi cuerpo
en cada cicatriz
en cada lucha
en cada verso
que pretenden disipar
a fuerza de prioridades ajenas
mi sangre vive en un coro de mujeres
que sin pedir permiso
desde nuestras heridas, aún abiertas,
emprendemos nuestra ruta
–por las que murieron en el intento–
desde nosotras mismas
–por las condenadas y olvidadas–
que rebeldes como estallido
florecemos esperanzas entre los escombros
somos ese grito de la sangre
que se convierte en bosques,
alas, memorias y cimientos inquietos
para esas niñas que juegan libres
al futuro por vivir