Desde la década del sesenta, Julia de Burgos ha tenido en su país, Puerto Rico, un crecimiento poético y una recepción extraordinaria. Es, hoy por hoy, la figura literaria más popular; no porque esté de moda, sino porque se la siente como compañía. La lectura de sus poemas, la asistencia a los recitales o exposiciones sobre su obra se celebran como un encuentro familiar y patriótico; adquieren la forma de un diálogo renovado.
La de Julia de Burgos es una poesía llana, comunicativa, que gana con prontitud y firmeza al lector. Es viva, muy personal; es ella misma. Poesía existencial que nace al impulso de sus circunstancias, más particularmente como testimonio de la gran circunstancia de su vida: el encuentro y el consiguiente enamoramiento con un hombre, seguido de su abandono, el del amante. La vida y no la literatura fue la inspiración de su poesía y su término. La vida expresada desde sus propios límites, anhelos y frustraciones, pero también con la conciencia alerta para entender, amar y defender a sus prójimos.
La de Julia de Burgos es una poesía llana, comunicativa, que gana con prontitud y firmeza al lector. Es viva, muy personal; es ella misma. Poesía existencial que nace al impulso de sus circunstancias, más particularmente como testimonio de la gran circunstancia de su vida: el encuentro y el consiguiente enamoramiento con un hombre, seguido de su abandono, el del amante. La vida y no la literatura fue la inspiración de su poesía y su término. La vida expresada desde sus propios límites, anhelos y frustraciones, pero también con la conciencia alerta para entender, amar y defender a sus prójimos.