Francisco ofrece luego una crítica brillante y mordaz de los sistemas e ideologías que han conspirado para generar la crisis actual: desde una economía mundial obsesionada por el lucro, indiferente a las personas y al medio ambiente que daña; hasta políticos que fomentan el miedo para acrecentar su propio poder a expensas de su pueblo. Nos recuerda que el primer deber de los cristianos es servir a los demás, especialmente a los pobres y los marginados, tal como hizo Jesús. Por último, el Papa ofrece un proyecto inspirador y concreto para construir un mundo mejor para toda la humanidad, que ponga en el centro de una nueva forma de pensar a los pobres y al planeta. Para este plan Francisco se inspira no solo en textos sagrados, sino también en los hallazgos más recientes de renombrados científicos, economistas, activistas y otros pensadores. Pero en vez de dar solo recetas, nos muestra cómo el pueblo actuando conjuntamente a pesar de sus diferencias puede descubrir posibilidades insospechadas.