¡Cincuenta años! ¡Qué rápido pasa el tiempo en la tierra! Cierro los ojos y todo vuelve a hacerse presente. El viaje a New York primero únicamente los sábados. Después todas las tardes y el regreso a la casa en York Street a pie desde Montgomery a través de calles, por lo general desiertas a esas horas de la noche, en aquel pueblecito testigo de mi paso de adolescente a adulto. En ese fluir de conciencia del autor de estas memorias, el lector recorrerá la trayectoria de vida de un director teatral, testigo y protagonista del desarrollo de un teatro nacional puertorriqueño, por cinco décadas, donde ese nadie se ha convertido en Dean Zayas.