La autora de La fruta del borrachero nos entrega una deslumbrante historia caleidoscópica que recupera el legado místico de su familia.
A Ingrid Rojas Contreras la magia le corre por las venas. No era una niña fácil de sorprender: creció en medio de la violencia política de los años ochenta y noventa en Colombia, en una casa siempre atestada de gente que venía a que su madre le leyera el futuro. Su abuelo materno, Nono, era un curandero de renombre, dotado de lo que la familia llamaba “los secretos”: el poder de hablar con los muertos, predecir el futuro, tratar a los enfermos y mover las nubes. La madre de Ingrid, la primera mujer en heredar los secretos, era igualmente poderosa. Mami disfrutaba su habilidad de aparecer en dos lugares a la vez, y era capaz de expulsar al más terco de los espíritus usando apenas un vaso de agua.
Rojas Contreras solía creer que este legado pertenecía solo a su madre y a su abuelo, hasta que un día, en sus veinte y viviendo en Estados Unidos, sufrió una herida en la cabeza que le provocó amnesia. Mientras recuperaba la memoria, su familia le contó que esto había sucedido antes: décadas atrás Mami había tenido una caída que también le había provocado amnesia; y cuando se recuperó, descubrió que tenía acceso a los secretos.
En 2012, urgida por un sueño compartido con Mami y sus hermanas, y por la necesidad imperiosa de volver a aprender la historia familiar tras su pérdida de la memoria, Rojas Contreras decidió acompañar a su madre en un viaje a Colombia para exhumar los restos de Nono. Con la guía impredecible, testaruda y casi siempre divertida de Mami, rastrea sus orígenes indígenas y españoles, revelando la violenta historia colonial que, con el paso del tiempo, separaría a su familia mestiza en dos grupos: los que piensan que los secretos son un don y los que creen que son una maldición.
A Ingrid Rojas Contreras la magia le corre por las venas. No era una niña fácil de sorprender: creció en medio de la violencia política de los años ochenta y noventa en Colombia, en una casa siempre atestada de gente que venía a que su madre le leyera el futuro. Su abuelo materno, Nono, era un curandero de renombre, dotado de lo que la familia llamaba “los secretos”: el poder de hablar con los muertos, predecir el futuro, tratar a los enfermos y mover las nubes. La madre de Ingrid, la primera mujer en heredar los secretos, era igualmente poderosa. Mami disfrutaba su habilidad de aparecer en dos lugares a la vez, y era capaz de expulsar al más terco de los espíritus usando apenas un vaso de agua.
Rojas Contreras solía creer que este legado pertenecía solo a su madre y a su abuelo, hasta que un día, en sus veinte y viviendo en Estados Unidos, sufrió una herida en la cabeza que le provocó amnesia. Mientras recuperaba la memoria, su familia le contó que esto había sucedido antes: décadas atrás Mami había tenido una caída que también le había provocado amnesia; y cuando se recuperó, descubrió que tenía acceso a los secretos.
En 2012, urgida por un sueño compartido con Mami y sus hermanas, y por la necesidad imperiosa de volver a aprender la historia familiar tras su pérdida de la memoria, Rojas Contreras decidió acompañar a su madre en un viaje a Colombia para exhumar los restos de Nono. Con la guía impredecible, testaruda y casi siempre divertida de Mami, rastrea sus orígenes indígenas y españoles, revelando la violenta historia colonial que, con el paso del tiempo, separaría a su familia mestiza en dos grupos: los que piensan que los secretos son un don y los que creen que son una maldición.